Roberto Estrada Navarro
Entre el Amor, la Muerte y la Memoria
Nunca antes en nuestra poesía, una voz había unido como almas gemelas, al amor y la muerte, nunca antes un canto fue tan orgánico y vital bajo la memoria y el olvido. Así entonces se escribe el nombre de Roberto Estrada Navarro, con esa gota feroz por la vida que atrapó para siempre en su canto de mediodía. “No pierdo un solo momento/Todo lo disfruto/Todo lo vivo/Como si fuera la primera vez/Como si fuera la última vez/En el tiempo y la memoria”
El fenómeno de la muerte es llevado entonces al ámbito de la vida corriente, donde Roberto Estrada conquista el prodigio de fundir la moneda parca del amor y la muerte, como un cara y sello en el azar de los días y las noches de los hombres. Esta dualidad fenomenológica nos encuentra con una poesía fresca pero trascendental, que sabe a que vinimos en el aliento de las horas y por eso es feliz. También la muerte/ Necesita estar en forma/ Necesita vitalidad/ Necesita un perfecto estado de salud /De lo contrario/ Nada podría hacer /Contra seres tan fuertes/ Como los gimnastas / Ni contra luchadores/ Ni contra boxeadores de pesos pesados.
Con Las Flores del Limbo, Las Mujeres y el Verbo y El Portal de Alicia, se instaura un testimonio casi inédito del humor y la ironía ontológicos, ya no es la crítica árida que niega al ser, sino la recreación ética y estética de un mundo inhóspito donde seremos olvido un día. “Tal vez con el tiempo sea/ Un árbol poblado de pájaros/ Una estatua colocada en un parque / O un rio que seguramente/ Se volverá a secar” Posición que el poeta corrobora con esta aguda sentencia acerca de la poesía y su papel en el mundo: “La poesía / No podrá detener aviones bombarderos / Ni cancelar la deuda en la tienda/ Ni comprar un Mercedes Benz / O bien puede servir para todo esto y mucho mas…”
Pero, ¿por qué hacer humor con asuntos tan serios como la muerte y el amor?, la respuesta seria simple y frontal, para burlar el peligro absoluto de estar vivos. Por esta razón, Roberto Estrada Navarro creó paraísos recuperados, victorias y finales felices, colores donde anidar en el hilo universal de la historia. “Cuando fui árbol/ Cantaron los dioses en mí/ Canto el trueno y la cigarra/ Después fui dinosaurio paseándose por el bosque/ Fui grito y penumbra/ Sueño desdibujándose en el tiempo una y otra vez”
Poeta y esencialmente hombre, la poesía de Estrada Navarro es un ejercicio de afirmación, de permanencia en la tierra; y más allá de los confines de la memoria, una trinchera frente a la muerte, mientras dura y se canta el amor. Como ya lo dijimos, testimonio genuino de que se ha vivido con saliva y músculos, con sueños y espinas, con raíces y nubes: “Cada uno de nosotros/ debe ser el más bello poema de sí mismo/ con intensos versos/ como ráfagas de luz y de sueños”
Esta afirmación en la vida y en la muerte, en el amor y la memoria de los hombres, cobra toda su luz en estas últimas palabras que el poeta nos deja:
“Nadie podrá quitarme lo mío
Lo que soy Lo que llevo por dentro
Todo ese rompimiento con la nada
y la música que entoné”
Lo que soy Lo que llevo por dentro
Todo ese rompimiento con la nada
y la música que entoné”
Jorge Del Rio
Sincelejo, verano de 2011