Urdo el Juego
Para la bienaventuranza de la raza
Soy gloria de dioses rotos en la piedra del tiempo
Agua inocente que no sabe que es agua
Domingo de la carne y sus mocedades sin alma
Urdo el juego
Decreto la luz del origen
bajo el estío coleóptero de las lámparas
Cobro una risa perturbada
por las venas de todos los soles
Deshojo lupanares como días
para atraer la edad inconfesable de la sangre
Rezo solo a un violín que también es un pájaro
con memoria de silencio
Bailo el camino que sueña el espanto de la muchedumbre
Dejo el grifo abierto del lenguaje
y su estrépito de plumas sin cielo
Luego…
Enseño a huir de mí
Jorge Del Rio
De los Cuadernos del Descreído