CIRCULOS DE SOLEDAD EN
SEMILLAS AL CORREO
SEMILLAS AL CORREO
He insistido en la sutil y letal condición del poeta que desciende tras el enigma de la melodía, en pos del secreto del verso y su gota de abismo y asombro. He anotado el hecho temerario de estrechar la mano de Virgilio, rumbo a los nueve círculos del infierno, sólo por el esplendor final de la flor del poema, que ha de encantar con su luz de navaja dormida. Esa navaja, ese infierno, esas lenguas secretas, son las semillas que Martín Martínez nos trae al correo elemental de nuestras vidas.
Semillas al Correo es un texto libre, manchado de noche y polvo lunar, es un espejo oculto como una nación de héroes invisibles pero ciertos, que habitan el Ello de las ciudades agónicas, donde los ojos no tienen miradas y los oídos beben el silencio cómplice de la muerte. En este cristal subterráneo habita el Barman, con su terapia de media noche y su corazón equilibrista, acodado en la trinchera crepuscular de la barra. “Uno de los destinos del Barman/ Es hacerse invisible”, mientras todo es soledad y olvido.
Pero el poeta desciende un círculo más y ya estamos en la caldera del loco, en su fuego perdido y su soledad genial, hecha de presagios y dolor. El loco concentra una venganza que nos tatúa la piel y Martín conoce las armas de la locura, la mortal cicuta de su bronce, el bálsamo salvífico de sus versos. “No tengo el privilegio/ De la locura”. Entonces la locura es un privilegio, Como en Raúl Gómez Jattin y sus pájaros sensibles.
Recuerdos, jirones y fantasmas anuncian un nuevo y más profundo círculo, ya nada es real y la memoria traza caminos cenagosos, el poeta se declara culpable de todo cuanto ha sido triste y desvergonzado, “Que vulgares e insensibles/ Pudimos ser”, y asoma sus duendes caídos, “Mis fantasmas son de utilería/ Y sólo a mi por poco tiempo/ Me sorprenden o me encantan”. Hombres de pecado y noche, de calles solitarias bajo la lluvia, de retratos inefables que hacen toda imagen imposible. “La ciudad/ Indibujable/ Escapa naturalmente/ De mis manos”. Filosofía de un existencialismo atado a la memoria, a la soledad y sus fantasmas.
“Sucia con aserrín/ De cigarro amarrado por la bruja/ Del bazuco”. Y estas en el círculo central del fuego, la galería más honda de este viaje, la cavidad inalcanzable por la luz y el tiempo. Aquí el poeta es quien conoce sus recintos, solo él sabe de cada pasaje, de cada trampa de la pasión y la memoria, de cada mueca de la muerte bajo la lluvia nocturna en una calle del mundo. En este rincón ya son ecos los amigos, sonidos espectrales algunas palabras que contaron cosas… Martín… Martín Martínez…esta acaso en el poema.
Jorge Del Rio
Escritor Unión de Escritores de Sucre
No hay comentarios:
Publicar un comentario