PRESENTACIÓN DE LOS ESCRITORES:
CRISTO GARCÍA TAPIA e IGNACIO VERBEL VERGARA
Por: Jorge del Río
Entonces la palabra se
hizo sagrada y creadora, nombrando las cosas del mundo y los sueños del hombre.
El espíritu de los pueblos y sus más altos destinos, inventando al ser.
Al milagro de la palabra, a su designio creativo se consagra una
vez más la UNIÓN DE ESCRITORES DE SUCRE, rindiendo merecido homenaje a dos
ilustres escritores, CRISTO GARCÍA TAPIA e IGNACIO VERBEL VERGARA, quienes han nombrado
nuestro universo con su palabra creadora.
Desde la novela, la crónica, el ensayo y la poesía, CRISTO
GARCÍA e IGNACIO VERBEL han hecho visible lo invisible en nosotros, ese
espíritu que nos hermana como pueblo, esa manera Caribe de asistir a la vida,
esa forma de sufrir y cantar al tiempo, mientras se lleva la tierra en el alma.
Nos bastaría con releernos en las páginas de Salutación y tedio, Y aún el
amor, Cuchillo de luna, Tiempo sin tiempo, El versionista o Los años de
Noemí, para encontrarnos con cada una de nuestras señales y sueños, para
mirarnos en el espejo de la sangre y alcanzar nuestra porción de cielo e
infierno. Con nosotros, la voz de El
versionista: “Acá, en estos
territorios de piedra, vegetales y salmuera, los muertos callaron para siempre. Los mataron tanto, los
torturaron tanto antes de matarlos tanto, que se asustaron más allá de la
muerte y prefirieron quedarse quietos en sus fosas”[1].
Espejo que nos repite y nos salva, como bien lo
canta IGNACIO en Tiempo sin tiempo, “Por
la mano que nunca acarició una flor/ Por el labio que nunca dijo beso ni dio
besos/ Por el polvo herrumbroso de las calles de la infancia/ Por este día
común y corriente/ y por mis ojos que buscan la alegría…”[2].
La palabra nos redime.
Por tal motivo, homenajear a CRISTO GARCÍA TAPIA e IGNACIO
VERBEL VERGARA es también celebrarnos a nosotros mismos, porque cada verso,
cada palabra escrita por ellos, vive en uno, vive en todos, como ya lo diría el
viejo Walt Whitman: “Cada átono de mi
cuerpo es tuyo también”[3].
No cabe duda que estamos frente a dos obras de gran trascendencia,
estéticamente responsables y humanísimas, construidas a partir del carácter de
dos hombres a quienes el universo les creció desde adentro. Dos obras fraguadas
al calor de nuestro sol, de las espumas del mar, de las sombras bajo el
tamarindo. Dos escrituras que han hurgado el cielo para beber la tierra y
respirar el siglo.
De esta suerte, CRISTO e IGNACIO, son parte ya de esa memoria
colectiva que nos encuentra. Obra y caracteres indelebles que nos inventan.
Canto enorme que nos ha nombrado como pueblo y espíritu.
¡Esta nuestra ofrenda, la mano abierta y el pecho encendido por
vuestra SAGRADA ESCRITURA!
Sincelejo, julio 2014.
[1]
Tomado del El versionista. Cristo García Tapia.
[2]
Tomado de Tiempo sin tiempo. Ignacio Verbel Vergara.
[3]
Tomado de Canto a mí mismo. Walt Whitman. Poema I.
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